He sido árbol
He sido árbol…
Ahora busco las palabras adecuadas para expresar algo vivido
en primera persona, sin embargo tengo dudas a la hora de elegir estas, ya que
me es complicado explicar sensaciones que ni yo misma tengo muy claras de cómo
catalogarlas y por supuesto, no quiero parecer ni chalada ni pedante.
Empezaré por el principio: salí de mi casa dirección al
trabajo, iba feliz, cantando, sin pensar en nada más que en llegar al curro y
comenzar la tarea que me esperaba.
De repente pasé cerca de un árbol, este se encontraba en una
plaza y yo pasaba por la acera de enfrente, me encontraba a unos veinte metros
de él y aun así capto mi atención. No sé muy bien qué es lo que llamó mi
curiosidad, ya que ni siquiera pasé por debajo de él. Me fijé y aunque no
recuerdo que parara, sentí como si todo mi entorno se detuviera, como si
personas y vehículos interrumpieran su marcha durante un instante, para
permitir que yo conectara con ese árbol.
Hacía bastante aire, mi vestido largo y de un blanco
impoluto se agitaba sobre mi cuerpo, al igual que las hojas del árbol se
agitaban sobre sus ramas. En aquel corto instante de tiempo sentí sus hojas,
como se dejaban acariciar por el aire al igual que mi falda, como se balanceaba
todo el árbol sin ofrecer resistencia, a favor del aire. Me sentí hoja, fina,
estilizada, larga, sentí hasta el extremo donde acaba la hoja y empieza el
precipicio hacia la nada, a la cual
caería si el aire fuera capaz de segar mi tallo.
Pensé…esto no es real, me lo estoy inventando; era un sauce
llorón grande, majestuoso e igual la forma de danzar me había cautivado. Busqué
en la plaza otro árbol, para comprobar que no iba a sentir lo mismo, sin
embargo ese día las sensaciones habían decidido jugar conmigo y para mi propia
contradicción, sentí lo mismo con aquel arbusto, era una adelfa preciosa, con
flores rosas. Miré sus hojas verde oscuro, también de forma alargada y se
repitió la misma sensación que había sentido con el sauce, sus hojas me
atrajeron y volví a sentirme hoja, estas danzaban de forma diferente, sin
embargo se dejaban llevar por el ritmo que el viento marcaba.
¿Qué me está pasando hoy? Me pregunté. Estaba dudando de mi
cordura y a la vez recordé que iba dirección al trabajo, que el tiempo
apremiaba y que, aunque lo que de verdad me apetecía, era ir y abrazarlos, me
acordé de que no iba sobrada de tiempo. Busqué con premura otro árbol para que
me aliviara de esta sensación, que de extraña no la entendía. Lo localice rápidamente, otro arbusto, aunque
este tenía las hojas redondeadas y flores moradas, me detuve en sus hojas y me
volvió a hechizar, hasta que me sentí él, miré la flor, pero no me sentía
identificada con ella, sin embargo esas hojas que se zarandeaban, estaban a
punto de hablarme.
Aparté la vista rápidamente y observé el entorno, era como
si se hubiera congelado la imagen, a excepción de los árboles y mi falda que
seguían revoloteando; a pesar de ello no tengo el recuerdo de haber dejado de
caminar. Observé las sensaciones de mi cuerpo, tenía sensación de nervios en el
estomago, me sentía un poco aturdida y hasta un poco mareada, miré a mi alrededor
y no había cambiado nada, nadie me miraba, pasaba totalmente desapercibida, no
era más que otra mujer que caminaba deprisa por la acera.
Marchaba hacia el trabajo y lo único que pude hacer es
volver la mirada hacia el sauce para abrazarlo en la distancia y darle las
gracias por lo que había compartido conmigo. Gracias hermoso SER.
Subí un poco desasosegada por la experiencia y aunque sé que lo he vivido, me queda esa
duda en la mente ¿Cuánto de verdad es lo que he vivido? ¿Cuánto fue mi
imaginación? ¿Cuánto de real es la sensación que tuve de que la gente se había
detenido?
De que pasara un segundo y nada había cambiado. Fue como si
yo me hubiera desplazado a otro espacio, en el cual el tiempo transcurría muy,
muy despacio y yo hubiera podido vivir todo eso, quizás cinco minutos… no
sabría decir, pero al volver otra vez a la acera, era como que un instante se
había congelado, cosa que también dudo que fuera real, porque dudo de esas
sensaciones, que me suscitan pensar que los demás se han parado para que yo
pueda contactar con un hermoso árbol, para que su ser y mi ser hayan podido
establecer esa comunicación, donde no hacen falta palabras, donde solo con la
sensación de estar en ese momento, prestándole atención , me ha regalado poder
sentir, la parsimonia con la que se movían sus hojas, dejándose rozar por ese
viento sutil, incansable y cálido que las acariciaba hasta el final.
Gracias
Desam. Ferrández
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